Entre nuestras sombras nos sentimos cómodos, refugiados y a salvo de los fotos de los demás, nos sentimos más libres.
Pensamos que podemos movernos entre ellas eligiendo qué mostrar y qué ocultar... Y en general, las usamos así para protegernos, para ocultar esas partes que nos asustan o avergüenzan.
Pero en realidad sombra siempre es sombra, aunque sea nuestra. Y sólo somos libres cuando no nos asusta que los fotos la iluminen.